Reputación de Mary Shelley
Durante su vida, Mary Shelley fue tomada en serio como escritora, pese a que los críticos habitualmente no apreciaban los rasgos políticos presentes en sus obras. A su muerte, sin embargo, fue principalmente recordada como la esposa de Percy Bysshe Shelley y la autora de Frankenstein.15 En efecto, en el prólogo de sus cartas publicadas en 1945, el editor Frederick Jones escribió que «analizar una colección de este tamaño no puede justificarse por la calidad general de las cartas o por la importancia de Mary Shelley como escritora. Es por haber sido esposa de Percy Shelley por lo que despierta nuestro interés». Esta forma de verla continuó hasta 1980, cuando Betty Bennett publicó el primer volumen de las cartas completas de Mary Shelley. Como ella explica, «el hecho es que hasta los últimos años los historiadores han recordado a Mary Wollstonecraft Shelley como la hija de William Godwin y Mary Wollstonecraft». La primera biografía completa de Shelley fue publicada por Emily Sunstein en 1989, y titulada Mary Shelley: Romance y Realidad.
Los intentos del hijo de Mary Shelley y de su nuera de «Victorianizar» su memoria censurando documentos biográficos, contribuyeron a crear una percepción de Shelley como una figura más convencional y menos reformista de lo que sugieren sus obras. Sus propias omisiones del trabajo de Percy Shelley y su evasión silenciosa de la controversia pública en sus últimos años de vida, sustentan esta impresión. Los comentarios de Hogg, Trelawny y otros admiradores de Percy Shelley tienden también a quitar importancia al radicalismo de Mary Shelley. La obra de Trelawny Records of Shelley, Byron, and the Author (1878) elogió a Percy Shelley a expensas de Mary, cuestionando su inteligencia, e incluso su autoría de Frankenstein.16 Lady Shelley, la esposa de Percy Florence, respondió en parte presentando una colección de cartas editada que había heredado, publicada en forma privada como Shelley y Mary en 1882.
Desde la primera adaptación teatral de Frankenstein en 1823 a las adaptaciones en el cine llevadas a cabo en el siglo XX, incluyendo las famosas versiones de James Whale en 1931, la de Mel Brooks en 1974 (El jovencito Frankenstein) y la de Kenneth Branagh de 1994, o Remando al viento de Gonzalo Suárez en 1987, el primer contacto con la obra para muchas audiencias ha sido a través de adaptaciones. Durante el siglo XIX, Mary Shelley comenzó a ser vista como la autora de una sola novela, en lugar de como la escritora profesional que en realidad era; la mayor parte de sus obras han permanecido fuera de la imprenta hasta los últimos treinta años, impidiéndose así un conocimiento más profundo de sus logros. En las décadas recientes, la reedición de casi todas sus obras estimuló un reconocimiento mayor de su valor. Sus hábitos de lectura y estudios intensivos, revelados en sus diarios y cartas y reflejados en sus trabajos, son actualmente mejor apreciados. La concepción de Shelley de ella misma como escritora también ha sido reconocida; tras la muerte de Percy, describió sus ambiciones como autora: «Creo que puedo mantenerme a mí misma, y hay algo inspirador en la idea». Los historiadores consideran a Mary Shelley como una de las principales figuras del romanticismo, autora significativa por sus logros literarios y por su importancia política como mujer y militante liberal.
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